miércoles, 17 de enero de 2007

¿Sanidad Privada? ¡NO, Gracias!

Con piel de ovejita pepera
La privatización de los sistemas públicos sanitarios a la que abre la puerta la Ley de Acompañamiento del Gobierno de Madrid comporta un peligro para los defensores de la sanidad como servicio público, y es que se hace de forma “invisible” a los ojos de los ciudadanos. Esto es así porque en un principio la población no tendrá que pagar por el servicio que recibe, por lo tanto, no se percibirá la agresión hasta que el deterioro del servicio sea muy grande.
Carmen San José, médica de familia.

¿Sanidad Privada?
¡NO, Gracias!

En unos grandes edificios de oficinas de San Francisco, en California, los trabajadores de la limpieza, casi todos emigrantes sometidos a unos penosas condiciones laborales, deciden declararse en huelga. Algunos no secundan la huelga, pero la sorpresa se la llevan todos al ver que Rosa, una de las trabajadoras más reivindicativas y líderes de sus compañeros, es una de los esquiroles.
¿Cómo es posible? ¿Cómo ha podido hacer eso? ¡Se ha vendido a la empresa! Pues sí, se vendió. Sin embargo, cualquiera en su situación hubiera tenido que estrujarse el corazón para no venderse. Rosa está casada con un trabajador norteamericano. Este hombre padece una grave enfermedad de corazón y necesita una complicada operación. Pero no tiene el dinero necesario para hacérsela y nunca pudo pagar un seguro que se la costeara. Su salvación está ahí, tras los muros de un hospital, pero inalcanzable, ¡no tiene dinero! Esa salvación sólo es asequible para los ricos. En esa situación la empresa llama a Rosa y le ofrece costear la operación de su marido, si no secunda la huelga.
¿Nos gustaría vernos en ese trance? Ken Loach relata esa historia en su película Pan y Rosas, que se desarrolla en EE.UU., donde la sanidad está privatizada a lo bestia y este tipo de problemas los padecen millones de norteamericanos demasiado pobres para pagarse un seguro que cubra esas contingencias. Hoy por hoy en España nadie se ve en esa situación, pero las tendencias a la privatización están muy claras, especialmente en la Comunidad de Madrid, donde Esperanza Aguirre ha puesto en marcha un plan maquiavélico para que la salud de los madrileños se convierta en un gran negocio para unas cuantas grandes empresas. ¿Será que, como la pobre señora apenas llega a fin de mes, le vendría muy bien alguna propinilla de esas empresas?